La perdida de Jessica Abel

Este cómic me produjo reacciones encontradas y, escarbando en la red, me di cuenta de que no he sido el único que ha experimentado esta contradicción. En general, la crítica anglosajona se extendió en elogios, mientras que en España me he encontrado con varios comentarios, cuando no abiertamente negativos, por lo menos reacios a declararla una obra maestra, como lo es en tierras angloparlantes.

De entrada se descubre uno de los inconvenientes que ha dificultado su recepción para el público español y se trata de un problema idiomático: el cómic originalmente está escrito en parte en inglés y en parte en español mexicano, de modo que la traducción lo que hizo fue poner entre corchetes los parlamentos y textos en inglés. Pero lo que molesta a muchos de los lectores españoles son las partes en mexicano, lenguaje que se convierte, paradójicamente, en una barrera más grande que la superada por la traducción. Así, lo que en España es un problema, para mí constituye un rasgo interesante de esta historieta, y es que pone en evidencia las barreras lingüísticas, muchas veces más poderosas que cualquier frontera física. Y lo que es más paradójico: al interior de una "misma lengua" (y lo pongo entre comillas pues algunos lingüistas no estarían dispuestos a aceptar que lo que se habla en méxico y lo que se habla en España sean lo mismo) hay un universo heterogéneo, lleno de pugnas, malentendidos y zonas de lucha y negociación del sentido.

Tras esta disgresión inicial, paso a hablar de mis reacciones encontradas. Primero, del cómic no conocía más que su portada, y al abrirlo me llevé una decepción: el dibujo parece apresurado, poco detallado y confuso, tratando de ser sencillo y expresivo se vuelve básico e incapaz de construir un universo visual en el que el lector se ubique, lo cual contrasta con la sobresaturada visualidad de la Ciudad de México, donde transcurre la mayor parte de la historia. En particular, se descuida ese componente espacial, nos brindan pocas vistas generales de la ciudad, que en buena parte es protagonista del relato, y lo mismo sucede con los interiores. En cuanto al dibujo de personajes, tiene la caracterización mínima para que uno alcance a distinguir la identidad de cada uno, y a veces incluso es insuficiente. La ausencia del color no se ve compensada por un manejo de tramas o juegos de luces y sombras, de manera que el componente gráfico de esta historieta fue para mí una decepción, si bien debo decir que no es tan catastrófico como para arruinar su lectura. A pesar de esta pobreza visual, los dibujos son lo suficientemente decorosos para permitir una lectura fluida que, finalmente, atrapa. Es de resaltar, a este respecto, el uso de un recurso sencillo pero eficaz: en ciertas viñetas, la autora detalla el rostro de algún personaje, que en general es esquemático y sencillo, haciéndolo lijeramente realista, para enfatizar ciertas emociones o estados de ánimo.

Lo segundo que constituye un problema -y en esto concuerdo con muchos de los comentaristas españoles- es el personaje principal, que es un auténtico fastidio. Por supuesto, aquí se trata de una mania personal, de un problema de atracciones y repulsiones, y no de un juicio estético o narrativo: Carla es una gringa hippie tonta y fastidiosa, tratando de ser mexicana. ¿Quién puede sentir empatía por un personaje así? Si a eso le sumamos que termina convertida en un juguete de la delincuencia del D.F., la repulsión es completa. Y como toda la historia está narrada desde su punto de vista, es inevitable que la historia se cargue con un poco -y a veces mucho- de ese fastidio.

Sin embargo, si se mira objetivamente, este "defecto" es inevitable, e incluso es un motor narrativo que permite el desarrollo de la historia y su verosimilitud. Y aquí empiezo con los puntos positivos. Primero, la novela nos muestra la iniciación de un personaje fornáneo en una cultura nueva, con la transparencia y la ingenuidad suficiente para mostrarnos su riqueza y atractivo inicial. Sí, un poco los ojos de un turista que empieza a comprometerse con el lugar que visita, y que se va transformando paulatinamente de ser una escala más en su tour frenético, a convertirse en un espacio de exploración. Segundo, también vemos como esa iniciación pasa por múltiples etapas, desde el encantamiento y la seducción, hasta la pesadilla y el miedo. Los estereotipos campean, pero son necesarios: Frida Kahlo es la figura ejemplar e inspiradora de esta mujer, lo cual es inevitable en una gringa hippie con pretenciones de artista.

Por otro lado, aparecen otros personajes del mundillo literario norteamericano, que desafortunadamente se cargan de la antipatía de los personajes que los admiran y emulan en la historieta: William Burroughs y su esposa, a quien asesina "por accidente" en la ciudad de México, y Jack Querouac, otro norteamericano que pasó por el D.F. y dejó sus impresiones consignadas en una novela. Es Harry, el novio rico que hospeda inicialmente a Carla en el D.F., quien imita a estos héroes literarios, pasando por México sin pretender "contaminarse", y quien además será el punto de tensión permanente en toda la novela, el opuesto de Carla en su amor por México y su desprecio por Estados Unidos.

Luego, aparecen otros personajes que no dejan de ser estereotipos, pero que cumplen cabalmente su lugar en la trama: Memo, un "mamerto", comunista recalcitrante que ve detrás de cada gesto, actitud y fenómeno, una manifestación del imperialismo capitalista y que se dedica a vender camisetas y panfletos en el Tianguis del Chopo (una especie de mercado de las pulgas del D.F.), pero que a la vez se vuelve loco por las "güeritas" anglosajonas; Óscar, un joven mexicano, atractivo e ingenuo, completamente ignorante, un latin lover que se dedica a vender marihuana y que sueña con ser D.J., y que termina siendo el novio oficial de Carla; Ricardo, un joven voluntarioso y delincuente, quien le provee la droga a Óscar y que está contactado con los bajos fondos de la mafia mexicana, gracias a su tío, "el Gordo", un pez gordo del narcotráfico. Y los amigos norteamericanos de Carla: Silvia, quien le consigue trabajo y la ayuda a ubicarse en el D.F. cuando Harry la abandona, pero que luego se enfrentará a ella, mostrándole sus equivocaciones sucesivas. Y el hermano de Carla, Rod, un chicano de la nueva generación, que habla español perfecto y a la vez es skater, con un negocio próspero en la nueva cultura del internet y la subcultura, el hermano menor que resulta más sensato y mejor ubicado en el mundo que ella, la perdida.

Todos estos personajes se entrelazan en una trama que ha llevado a Carla, desde los Estados Unidos donde nació, de madre norteamericana y padre mexicano, hasta este país del sur donde espera encontrar sus raíces idiomáticas y culturales. Pero su viaje, que al principio parece una odisea de descubrimiento y maravilla con un país exótico y amable, termina convertido en una historia de violencia y crimen. Y lo mismo le pasa a esta historieta: de ser una novela aparentemente autobiográfica y de descubrimiento cultural, pasa a convertirse en una trama de suspenso, en una novela criminal. Así, va perdiendo la riqueza en la descripción de personajes y atmósferas, y va ganando en clímax y suspense. La gran virtud de la novela, a mi juicio, es este ritmo de lectura in crecendo, que atrapa al lector hasta que termina la historia, lo cual siempre se agradece.

Sin embargo, el final me deja la sensación de que la transformación de la novela termina ubicándola en un lugar ideológico diametralmente opuesto al del comienzo: la que pareciera una historieta de inmersión en otro universo cultural para revelar sus riquezas y complejidades, termina convertida en una narración más de los peligros que asechan a los incautos en un D.F. agreste y oscuro, es decir, una narración más del miedo y la ansiedad norteamericana ante sus vecinos del sur, la forma de lo diferente que tienen más cercana, incluso al interior de sus fronteras. Claro, no quiere decir esto que no haya peligros en el D.F., pero para contárnoslos ya tenemos a las cadenas de noticias y a las películas con Densel Washington.

La web oficial de Jessica Abel:

http://jessicaabel.com/


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