Una historia de hombres. Zep.


En realidad, no del todo. Desde los estándandares macho-latinos (los míos, inevitablemente), es más una historia para amas de casa, una telenovela gráfica, o culebrón, como dicen los españoles, pero dirigida a los rockeros fracasados de la generación X (suena muy anacrónico, pero me dio cierto pudor poner "de los noventa"). Lo que tiene de particular es que está ambientada en el mundo de la cultura rock, ese rock un poco trasnochado que, sin poseer el arcaísmo actualmente un poco simpaticón de los clásicos, tampoco es ya contemporáneo. Mejor dicho, el rock de los cuarentones, triste grupo al que también ya pertenezco.

El cómic de Zep nos cuenta la historia de cuatro amigos que en sus años de juventud formaron una banda, los Tricky Fingers, la cual estuvo a punto de triunfar; su apoteosis iba a ser una presentación en el famoso show británico de Jools Holland, pero el más díscolo de sus miembros, Frank, se traga un ácido justo antes de salir al escenario, golpea al productor del programa y echa a perder no sólo la velada, sino el futuro del grupo. Uno de sus integrantes, sin embargo, logra triunfar: Sandro, el vocalista (como era de esperarse), quien además de quedarse en Inglaterra para seguir su carrera de éxitos, se queda con Annie, la novia del protagonista del relato, Yvan, guitarrista y letrista de la banda, quien después del fatídico día abandona la música y vive una existencia de perdedor.

A pesar de todo, Zep logra captar gráficamente la puesta en escena de un grupo de rock noventero
El cómic comienza con un viaje que van a realizar los tres amigos que no triunfaron, para visitar a Sandro en su mansión inglesa, pues hace poco su hijo murió en un accidente. Será el reencuentro de los amigos, 18 años después. Yvan tiene una novia que busca desesperadamente un hijo con él, y algo más de compromiso. Frank ha tenido ya varias esposas y tiene un restaurante. Y JB, casado y con dos hijas, tiene un trabajo común pero sigue tocando ocasionalmente con un grupo amateur, los viejos covers de rock que todo el mundo ama.

Mientras nos muestra a estos tres personajes en su viaje hacia Inglaterra, Zep nos va contando el trasfondo dramático de la historia, el pasado casi glorioso del grupo, la “traición” de Sandro y el triángulo amoroso, a través de flashbacks que sabe diseñar de manera trasparente y eficaz a partir de cambios en el color de las viñetas. También nos muestra que la relación más importante es entre Ivan y Sandro: son como hermanos, de hecho Sandro le dice a su amigo “hermano menor”. Después de la disolución del grupo, todos los otros miembros han visitado o se han visto con Sandro. Sólo Ivan ha permanecido distante.

Una de las transiciones entre presente y pasado, con un recurso gráfico interesante
El reencuentro, sin embargo, es grato, y los amigos comparten como un grupo de viejos colegas, al calor del whisky y de la música. Hasta que se revela el secreto, que cambia toda la historia y reactiva el conflicto. No lo voy a contar (o mejor, lo cuento a pie de página. Los que no quieran enterarse del giro dramático, pueden omitir la nota)*, para evitar spoilers a posibles lectores futuros, pero debo decir que es el auténtico toque telenovelesco, una peripecia melodramática digna de Delia Fiallo. La amistad, sin embargo, parece sobrevivir.
Otro recurso gráfico particular: Sandro irrumpe en la viñeta, tomando la palabra, dibujado en puros contornos sobre blanco...
Hay que decir que los personajes son claramente estereotipos: Ivan, el músico y poeta incomprendido, abandonado a sí mismo; Sandro, el triunfador que ha logrado su posición gracias a su carisma, pero también a una auténtica ambición, de la cual carecían sus compañeros; Frank, el personaje instintivo y gracioso, que no piensa mucho ni lo que hace ni lo que dice, pero cuya franqueza lo hace tierno, como un niño; y JB, el más anodino, el tradicionalista hombre cuerdo que celebra las locuras de sus amigos. Frank logra ser simpático, y algunas de sus bromas pueden sacarle a uno una sonrisa tímida.


Sin embargo, como buenos personajes de melodrama masivo, estos estereotipos logran su cometido, y la trama se desarrolla con fluidez, los nudos se presentan con claridad, y el desenlace puede ser sorpresivo. Las referencias al rock de los noventa le dan algo de color a la historia, aunque el triunfo mundial de Sandro parece un poco inverosímil para un músico francés. En definitiva, para mi gusto toda la historia un aire nostálgico un poco artificial, como si el autor hubiera esperado tal vez demasiado tiempo para rendirle un homenaje a su juventud, y la acritud de la madurez se atravesó en su proyecto.
El momento en que Yvan se entera de la verdad. Frank, por su parte, no lo capta del todo...
Por otro lado, Zep es un ilustrador hábil y el diseño general que escogió para su cómic lo hace muy atractivo en su aspecto gráfico: las viñetas sin contorno marcado y sin ángulos, el uso del color para diferenciar tiempos o atmósferas, el trazo claro de los personajes y los paisajes, construyen páginas sólidas y elegantes.

La monocromía adquiere aquí una función narrativa, y las transiciones entre monocromías no son solo para los flash backs; también permiten captar cambios en el clima de la historia. Un dibujo limpio que puede crear, con puras líneas claras, hermosos paisajes. Sin embargo, los empaques de los perfumes más empalagosos pueden ser muy discretos.
Frank, molesto porque le acaban de tirar al suelo la coca que iba a aspirar ...

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* El hijo de Sandro y su Annie resulta ser hijo de Yvan. Lo cual es más dramático si recordamos que éste es presionado por su novia actual para que tengan un hijo, pero él cree que es estéril, cuando el que lo es, en realidad, es Sandro.

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